La diversidad en la escuela
Ubicada en el barrio porteño de Coghlan, la escuela Horizontes busca la integración de alumnos con necesidades educativas especiales
Sábado 21 de marzo de 2009 Publicado en edición impresa.
"Hoy voy a contar sobre una amiga que tiene problemas para caminar, pero es una de mis mejores amigas. Aprendí mucho con ella, aprendí que no sólo hay juegos para correr, sino también hay algunos que son muy divertidos, pero tranquilos; por ejemplo, jugar con los peluches." El testimonio de Vera, una alumna de sexto grado de la escuela Horizontes, refleja la naturalidad con la que ella afronta la discapacidad de su amiga, que está en silla de ruedas.
Este logro es en gran parte del colegio, que busca integrar a la cotidianidad del aula a algunos chicos con discapacidades. El objetivo es incorporar a la escuela común a alumnos que tienen necesidades educativas especiales, tales como retrasos madurativos, trastornos motores y auditivos, epilepsia y otros problemas de aprendizaje.
El caso de Vera no es el único. "En general, los chicos aceptan rápidamente que no todos tenemos las mismas habilidades. Los prejuicios y la discriminación tienden a llegar ligados a la mirada de los adultos", explicó Laura Popbla, psicopedagoga de Horizontes. Según la profesional, son los padres a quienes más les cuesta entender que una escuela integradora es una escuela pluralista que se pronuncia a favor de la diversidad y la tolerancia.
"Una vez un padre vino a plantearme que un alumno, por tener una discapacidad, no estaba a la altura de su hijo -recordó Teresa Falcón, directora del colegio-. En aquella oportunidad, mi postura fue tan determinante como hoy. En ese caso, debe sacar a su hijo de la escuela", dije.
Falcón entiende que a veces hace falta hablar con los padres para quitarles algunos "miedos lógicos", pero tiene muy en claro que aquel adulto que decida mandar a su hijo a este colegio debe no sólo entender la propuesta ideológica de la institución, sino también apoyarla. Para ella, se trata de una forma de pararse en la vida.
Los prejuicios, reconoció, son uno de los principales desafíos que la escuela debe enfrentar. "Vivimos en una sociedad que discrimina, por lo que el problema es sociológico", afirmó Falcón. Además, la directora destacó otro reto que la institución debe enfrentar: la falta de formación de los maestros para trabajar con chicos que tienen necesidades especiales.
Este obstáculo, no obstante, no siempre lo es. "Trato de hacerles entender a los docentes que, en general, tienen más recursos de los que creen. Lo que les falta es confianza en sí mismos", opinó Falcón. Y para darles a los maestros la seguridad que necesitan, la escuela realiza actividades como capacitación docente, reuniones asiduas para comentar las dificultades que puedan surgir o acompañamiento a los maestros, a cargo de un equipo de orientación.
Son prácticas que reflejan la cultura de la escuela: apoyarse unos a otros y transformar en manifiestos aquellos conflictos que se encuentran latentes. Esta filosofía puede comprobarse también en la ronda del mate, actividad que caracteriza a la institución.
¿Unos mates?
Sentados en ronda, los alumnos toman mate mientras reflexionan sobre el lugar que la televisión tiene en sus vidas. La que realizan es una práctica semanal que busca crear un espacio de diálogo y participación. El fundamento que la sostiene es la creencia de que el desarrollo de las habilidades sociales mejora el clima de la clase y favorece el avance académico.
"A veces la tele te vuelve boba porque estas horas sentada mirándola y perdés el tiempo que podrías compartir con amigos", recapacitó Agostina. En esta oportunidad, el tema propuesto se relaciona con una percepción de la maestra a cargo: los chicos pasan demasiadas horas frente a la pantalla e, inevitablemente, copian modismos y formas de trato agresivas.
"La idea de la ronda del mate surgió porque en un momento de mi vida sentí la necesidad de acortar la distancia que se produce entre la teoría que nos enseñan y la práctica", explicó Falcón. Como ella estaba a cargo de un grupo muy heterogéneo en el que surgían muchas peleas, les propuso a sus alumnos organizarse como una tribu y juntarse semanalmente para charlar de aquellos aspectos que los afectaban como grupo. Así, surgieron Los Mapuchepen y, con ellos, la ronda del fuego.
Los niños, entusiasmados con el emprendimiento, continuaron fantaseando. Bautizaron a cada uno de los miembros de la tribu y crearon la cultura de ese pueblo imaginario. Una de las características de la horda era la costumbre de tomar mate, práctica que incorporaron en las reuniones.
Muy pronto, en la escuela se empezó a hablar de este proyecto que en poco tiempo y, transformado en "la ronda del mate", se convirtió en un plan institucional. La práctica fue un verdadero hallazgo: un espacio que les permitió a los alumnos resolver situaciones conflictivas, compartir sus sentimientos, desarrollar la empatía y mejorar las relaciones interpersonales.
Favorecer el diálogo es entonces una de las formas que utiliza la escuela para lograr la integración. En definitiva, se trata de tener un objetivo claro y caminar por distintos senderos para poder alcanzarlo.
En el caso de Horizontes, el objetivo es la integración. La elección ya está hecha: ellos apuestan a la igualdad.
Por Belén Aliberti
De la Fundación LA NACION
hola gracias por hablar tan bien del colegio orizontes yo estudiabaa ha y me parese re bien de desis las cosas gracias
ResponderEliminaraprendiste poco
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